Acerca de mi adiccion - "Naturaleza muerta y lentes de sol"

Me convertí en un enajenado de la cultura de los lentes de sol, pero desgraciadamente no podía ver las cosas monocromáticamente, y eso al principio me pareció una lastima, pero que se le iba a hacer, creo que todavía no hay ningún tipo de liga defensora de los usuarios parcialmente insatisfechos con sus lentes de sol.

Decidí de todas formas quedarme con los lentes, ahondaban mi aspecto de despistado y eso era bueno; por momentos me sentía como una súper estrella del mundo de los despistados y hasta donde lo percibía, eso me daba popularidad.

Con el tiempo me empezó a dominar un instinto de vanidad lentistico –creo que así se dice-, que empezó a recabar en mi capacidad psicopulmonar, de tal suerte que a la vuelta de unas décadas mis ojos ya no podían respirar muy bien, y sin más, me vi en un grupo de Lentes Anónimos para superar mi creciente adicción.

El proceso fue duro, no lo puedo negar, la ansiedad por tener aunque fuera una corta mirada a través de unos lentes no era fácil de controlar; en una oportunidad no me pude contener y termine desenfrenado yendo (para mis adentros: que extraña palabra!!) continuamente a sesiones en cámaras de bronceo solo para colocarme esos pequeños pero provocativos lentecitos que te dan para el procedimiento.

Conciente de mi situación y llegando cada vez más al fondo, decidí buscar ayuda y guía espiritual, primero probé con la Biblia, pero en ninguna parte hacia referencia especifica a situaciones que envolvieran lentes de sol, de tal suerte que entre en pánico y un poco más desesperado recurrí a muchos cultos (católicos, protestantes, agnósticos, ateos-que me disgustaron por que tenían una fijación con dios aunque no creyeran en el, son un sin sentido-, milenaristas, etc.) pero su fulgurante aversión frente a ciertas cosas –creo que entre ellas estaban los adictos a los lentes de sol que se lamentaban todo el tiempo de su situación- ahondo mi crisis y revivió (creo que psicológicamente) mis problemas de sudoración excesiva y acné crónico que creía ya había superado cuando cumplí mis primeros 40 años.

Finalmente y por recomendación de un viejo amigo, que también había sido adicto, empecé a asistir a reuniones espirituales de un grupo budista, un poco reacio al principio, pero conciente de mi crítica adicción y aquejado también por los problemas epidérmicos –a causa de las excesivas sesiones de bronceado- me deje cautivar por su filosofía de vida.

Hoy por hoy, y como parte de mi rehabilitación, esporádicamente utilizo lentes transitions pero solo en lugares cerrados y muy poco iluminados, y esto ayuda con mis problemas de ansiedad, no volví a las cámaras de bronceo, por fin logre dejar de comer carne y finalmente comprendí que la sudoración excesiva y el acné crónico son cosas superficiales que generan ciertos tipos de stress, que se pueden controlar siempre y cuando tengas a la mano un paquete de cigarrillos sin filtro.

Así que, por primera vez en mucho tiempo siento que empiezo a mejorar.