Color primo No. 19 - Viajes cortos de madrugada

Otra vez de madrugada, esta vez no quieres ir al baño, esta vez quieres ahorrarte las despedidas de madrugada y sus consecuentes reflexiones inobservadas, te levantas, buscas con desespero las llaves del automovil, sientes ese irrefrenable deseo de huir, aunque sea por un par de horas.

Lentamente abres la puerta, te abres al mundo en medio de la oscuridad y el silencio complices, subes al auto, introduces decididamente la llave, la giras y el mundo empieza a girar en contra a ti; marcha atrás, sales del parqueadero, marcha adelante y empiezas a recorrer metaforicamente ese mundo.

Buscas mentalmente algo de música y la encuentras, se empieza a reproducir en tu atmósfera lacónica, sientes que vas despacio y le das a fondo al acelerador, tienes el mundo -o por lo menos la vía- para ti solo, cierras los ojos y en medio de la música intentas develar lo que te susurra coquetamente el viento y te pierdes en una conversación de una sola vía, conversación que deseas sea eterna.

Te ves, solo, con los ojos cerrados y el resto de tus sentidos abiertos, ves de esa forma extraña lo que te rodea, estas allí con tus imagenes a 180 km/h (algo así como a 86400 cuadros/h) y abres los ojos y te das cuenta que el fin del mundo -o del camino- esta tan lejos, tan perdido.

Decides volver, giras en "U" y justo en ese instante te encuentras con otro compañero de viaje nocturno, que también con sus ojos cerrados escuchando su música y pendiente de la conversación de una vía con el viento nunca te vio.

-Un sonido seco rompe el silencio-

Y ese encuentro te envía cientos de miles de milímetros lejos, y allí en medio de tanto hierro retorcido alcanzas a darte cuenta que ese coqueteo con el viento quedo a medias, cierras los ojos y la música se desvanece y alcanzas a pensar en tu cama semi-vacia y en "ella" de su lado durmiendo sin soñar.